Estos días se está desarrollando una serie de actividades
en el barrio de Errekaleor. Si es que a estas alturas podemos tildarlo de
“barrio”.
Hagamos memoria: Errekaleor se crea con el fin de alojar a parte de los trabajadores que llegan a Gasteiz en los años sesenta. Por entonces nuestra
ciudad tenía una urgente necesidad de mano de obra pues muchas empresas se
habían establecido aquí. En aquella época, en sólo una década, Vitoria duplica
su peso humano: de setenta mil almas pasa a contar con ciento cuarenta mil. Para
acomodar a las nuevos vecinos se tuvieron que crear con premura barrios como
Errekaleor. El Obispado de Vitoria se encarga del diseño de esta barriada bautizándola
como Mundo mejor. Acogió a 190
familias, contando con un centro social, escuela, iglesia y centro cívico.
Pero en plena orgía urbanística -año 2002- nuestro
Consistorio -con un Alfonso Alonso al frente- resuelve desmantelar el barrio
entero. Su idea era prolongar Salburua hacia el sur. Con esa idea pone en
marcha un Plan Renove, canjeando viviendas a los residentes de la zona. Durante
este proceso se fueron cerrando paulatinamente los servicios del barrio: la
iglesia, la parada de autobús, el frontón, cine… Con la idea de “motivar” a los
vecinos para que abandonaran su barrio. Muchos de ellos, contrarios al realojo,
crearon la Plataforma de Afectados de
Errekaleor. La cuestión es que numerosos “errekalienses” de toda la vida,
gente mayor la mayoría, veían como eran traslados a diferentes barrios de la
ciudad, separándolos entre sí. No dejaba
de ser una comunidad –una gran familia- que, de repente, era dispersada. Errekaleor
era como un bonito dibujo que la institución quería borrar. Como si nunca
hubiese existido.
Pero en ese proceso, la burbuja inmobiliaria pincha y el Ayuntamiento
abandona su plan de derribo. Un servidor en 2010, antes de que esto suceda,
pone en marcha una serie de actividades para llamar la atención sobre lo que
ahí está sucediendo: entre otras actuaciones, organizo una excursión al barrio
y, al poco, una carrera popular que arranca en las puertas del Museo Artium y
que, obviamente, termina en la entrada de Mundo
mejor. Un cross que tiene su meta dibujada en un espacio que va a desaparecer. Pero estos actos
simbólicos, obviamente, no sirven de nada. Sólo, quizá, como acto catársico para algunos vecinos que participan en la carrera y que rompen a llorar al atravesar
esa línea de meta sin ningún futuro.
La historia no acaba ahí. En 2013 un grupo de estudiantes se
interesan por el abandonado barrio. Y así acuerdan con los cuatro
supervivientes de la vecindad la cesión de un portal e impulsan -bajo el nombre
Errekaleor Bizirik- un proyecto
integral de autogestión para darle nueva vida al barrio: reabren el cine,
habilitan el Frontón, reforman como pueden algunas viviendas, plantan una
huerta y ponen en marcha una programación cultural pensada para la ciudadanía. Hay
que visitar el barrio, por lo tanto. Colaborar así en insuflarle vida.